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LSD: del niño problema al niño prodigio

LSD: del niño problema al niño prodigio

“La historia del LSD hasta nuestros días muestra de sobra qué consecuencias catastróficas puede tener su uso cuando se menosprecian sus efectos profundos y se confunde esta sustancia activa con un estimulante. Es necesaria una preparación especial, interior y exterior, para que un ensayo con LSD se convierta en una experiencia razonable. La aplicación equivocada y abusiva han convertido para mí, al LSD en el hijo de mis desvelos.”

Albert Hofmann en su libro LSD, my problem child

 

Por: Manuela Peña – Estudiante de Química Farmacéutica

Voluntaria Échele Cabeza

 

Mi niño problema; así llegó Albert Hofmann a referirse a su pequeña creación, una molécula descubierta por serendipia que llegó a revolucionar el mundo de la psiquiatría, la escena rave y todo el movimiento contracultural. Su pequeño hijo, un derivado de los alcaloides del cornezuelo de centeno: Claviceps purpurea, un hongo que prolifera sobre los granos de centeno y es conocido por ser el causante de epidemias de peste gangrenosa y peste convulsiva en la Edad Media.

En 1935, Albert Hofmann se encontraba trabajando en el Laboratorio farmacéutico Sandoz en Basilea, como colaborador en la investigación de las propiedades terapéuticas de los metabolitos de este hongo, del cual llegó a aislar dos preparados farmacéuticos que posteriormente se convirtieron en medicamentos (ergobasina e hydergina). Durante esta investigación se sintetizaron cientos de moléculas que no presentaron ninguna actividad que despertara interés farmacéutico; entre ellas la dietilamida del ácido lisérgico (N. d. T.: en alemán, Lysergsäure diäthylamid), nombrada LSD-25 por Hofmann, fue entonces en 1938 cuando se sintetizó por primera vez la molécula que conocemos actualmente como LSD.

El LSD-25, al no presentar ninguna actividad farmacológica interesante fue apartado de la investigación y dejado en el olvido por los siguientes 5 años. Pero Hofmann tenía un extraño presentimiento de que esta sustancia podría tener otras cualidades, por lo que en 1943 la volvió a sintetizar. En el último paso de su purificación empezó a sentirse mareado e intranquilo, sensación que lo obligó a abandonar su trabajo en el laboratorio esa tarde.

“En casa me acosté y caí en un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció.”

Fragmento extraído del informe presentado por Hofmann a raíz de su incidente

A partir de este evento, Hofmann supuso que de alguna forma su piel había entrado en contacto con la sustancia. Pero para conseguir tal efecto se debía tratar de una sustancia sumamente potente, que era activa en dosis diminutas nunca antes observadas, entonces se dispuso a realizar autoensayos con el LSD-25. El 19 de abril, tres días después del incidente, en el laboratorio, se administró a sí mismo 0,25mg de LSD disueltos en una solución acuosa. Una media hora después empezó a sentir efectos del mismo tipo que la vez anterior pero mucho más intensos, por esto le pidió a su asistente que estaba enterada de su autoensayo que lo acompañara a casa, fue aquí cuando ocurrió ese famoso viaje en bicicleta que hizo famoso al LSD. Una vez en casa Hofmann decidió comunicarse con su médico de cabecera debido a que empezó a sentir miedo, experimentando el primer malviaje de LSD de la historia; lo único que hizo su médico fue acompañarlo debido a que no encontró ningún signo físico de intoxicación que pusiera en peligro la vida del científico.

“Todos los esfuerzos de mi voluntad de detener el derrumbe del mundo externo y la disolución de mi yo parecían infructuosos. En mí había penetrado un demonio y se había apoderado de mi cuerpo, mis sentidos y el alma. Me levanté y grité para liberarme de él, pero luego volví a hundirme impotente en el sofá. La sustancia con la que había querido experimentar me había vencido.”

Hofmann comunicó este evento a su jefe y al director de la sección farmacológica, quienes luego decidieron ser las siguientes personas en realizar el ensayo con LSD, pero esta vez con apenas un cuarto de la dosis utilizada por Hofmann. Fue así como el Laboratorio Sandoz empezó a interesarse por la producción de LSD. Durante las siguientes tres décadas se identificaron más sustancias psicodélicas de origen natural y se llevaron a cabo cientos de ensayos clínicos con LSD en los que participaron cerca de 40000 personas. A pesar de los resultados prometedores de los estudios, estos avances se detuvieron repentinamente cerca de 1970 debido al alcance y popularidad que obtuvieron estas sustancias, en conjunto con el movimiento cultural del momento, lo cual llevó al gobierno estadounidense a regular estrictamente su producción e incluirla en el nivel más alto de las sustancias restringidas (Controlled substance act), sin importar los resultados positivos de estas sustancias en el tratamiento de patologías como la depresión, ansiedad, estrés post-traumático, alcoholismo, neurosis y desórdenes psicosomáticos. Cabe destacar aquí algunos de los eventos que hicieron que el consumo del LSD pasara del ámbito clínico al recreativo, y que provocaron que la creación de Hofmann se convirtiera en “el niño de sus desvelos”.

Conocido con el apodo de “El apóstol de las drogas”, el doctor Timothy Leary, un profesor de psicología de la Universidad de Harvard, comenzó a realizar ensayos clínicos con LSD y psilocibina; pretendía estudiar su efecto en la reintegración social de presidiarios, la generación de experiencias místico-religiosas de teólogos y sacerdotes, y el fomento de la creatividad de artistas y escritores. Pero pronto estos experimentos se convirtieron en fiestas universitarias de LSD, en las que cada vez más estudiantes querían participar como voluntarios. Además, Leary tenía la costumbre de invitar y permitir la presencia de periodistas y medios durante el desarrollo de sus experimentos, con el argumento de que su papel era hacer conocer los efectos del LSD, llegando incluso a aparecer en la revista “PlayBoy”. Obviamente, después de esto Leary fue expulsado de Harvard, se retiró a México y después a la India, donde fundó un centro de investigación psicodélica y se convirtió en uno de los padres del movimiento hippie.

Así como Leary, son muchos los que han tenido la fantasía de cambiar el mundo con LSD, entre ellos se encuentran los creadores del famoso “Orange Sunshine”: Nicholas Sands y Tim Scully, dos químicos estadounidenses que en el año 1966 empezaron a producir unas tabletas naranjas de LSD en cantidades masivas, llegando a producir cerca de 4 millones de dosis, que distribuyeron alrededor del mundo con la ayuda de “The Brotherhood of Eternal Love” también conocidos como la mafia hippie. El único propósito de estos científicos y psiconautas era “despertar al mundo” y “elevar la conciencia humana”, pero esto no duró mucho; en 1969 las autoridades empezarona seguirles el rastro, hasta que en 1973 lograron condenarlos. Aún en la cárcel Scully y Sands siguieron profesando con el LSD, lograron hacer entrar psicodélicos a prisión y hacían sesiones con los demás prisioneros. Scully cumplio una condena de 10 años y Sands logró evadir buena parte de su sentencia con una apelación.

La segunda mitad de los 60s, se caracteriza por ser un periodo en el que empieza a verse una elevada conciencia psicológica, política y social, en el que la música y los movimientos subculturales fueron reconocidos como una fuerza social. Es en este momento, cuando se observa cómo el LSD empezó a entrar en la cultura popular como una droga asociada al pensamiento contracultural, que dividió a los líderes políticos y diferenció a toda la población que estaba en contra de la Guerra de Vietnam y estaba buscando elevar la conciencia en temas como el racismo, los derechos de la mujer y la defensa del medio ambiente. Todo esto llevó a que el LSD tomara una mala reputación ante muchos líderes políticos y médicos, provocando una reacción del gobierno, que terminó por prohibirlo. Claro está, que todo este panorama social y político no podía traer nada bueno para Hofmann.

“Creo que si se lograra aprovechar mejor, en la práctica médica y en conexión con la meditación, la capacidad del LSD para provocar, en condiciones adecuadas, experiencias visionarias, podría transformarse de niño terrible en niño prodigio.”

Cerca del 2000 fue posible retomar las investigaciones que se estaban llevando a cabo con psicodélicos pero con muchas más barreras impuestas por los gobiernos, además, con el estigma asociado a su consumo ha sido muy difícil lograr avances y lograr la aceptación de la psicoterapia con estas sustancias. Gracias a los ensayos preclínicos y clínicos que se han realizado se encuentra que los psicodélicos clásicos están relacionados principalmente con un agonismo de receptores serotoninérgicos, es decir, cumplen el mismo papel que la serotonina en el cerebro, pero no son selectivos y su efecto no se puede explicar solo con esto. Actúan de una manera complicada y específica por lo cual no ha sido posible esclarecer su mecanismo de acción.

Actualmente, se están llevando a cabo decenas de ensayos clínicos controlados con LSD; entre los que vale la pena destacar, está el estudio realizado por la organización Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS), donde se realizaron sesiones de psicoterapia asistidas con LSD a 12 pacientes que experimentaban ansiedad asociada a enfermedades terminales, el tratamiento incluía sesiones sin sustancias y dos sesiones con LSD; los pacientes fueron monitoreados por un año siguiente al consumo y reportaron una alta mejora de los síntomas, sin la presencia de efectos adversos. Además, ha presentado resultados positivos en el tratamiento de adicciones al alcohol en dos ensayos clínicos a la larga escala. No solo tiene una aplicación terapéutica, también es una herramienta importante al momento de explicar y comprender la conciencia y algunos procesos fisiopatológicos del cerebro humano.

El inicio de esta segunda ola de experimentación con sustancias psicodélicas crea un panorama interesante y muy prometedor en términos de su rapidez y su eficacia clínica, los mecanismos por los cuales actúan las sustancias psicodélicas requieren mucha más investigación tanto clínica como preclínica para dar un entendimiento completo, ayudando también a comprender el funcionamiento molecular del cerebro y la neurociencia de la serotonina. La psicoterapia con psicodélicos brinda una nueva alternativa en el tratamiento de trastornos psiquiátricos resistentes a los medicamentos tradicionales, que además son propensos a generar dependencias y tienen muchos efectos secundarios desagradables. Con las sustancias psicodélicas la administración se da por sesiones, no son tratamientos crónicos, por lo cual no requieren de la adherencia del paciente, no presentan efectos secundarios graves y como se sabe son sustancias que no generan dependencia, pero deben ser administradas en un ambiente controlado. Finalmente, para poder observar la transformación de ese niño problemático y revolucionario, en un niño prodigio y sanador, se debe buscar una regulación menos prohibitiva de los psicodélicos clásicos por parte de los gobiernos.

 

Referencias

Hofmann, A., LSD: my problem child, 1979

Belouin, S.J., Henningfield, J.E., Psychedelics: Where we are now, why we got here, what we must do, Neuropharmacology, 2018, p. 7-19

Whiteley, S., Counterculture: The Classical View, International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences, 2001, p. 80-86

Gasser, P., et al, Safety and Efficacy of Lysergic Acid Diethylamide-Assisted Psychotherapy for Anxiety Associated With Life-threatening Diseases, The Journal of Nervous and Mental Disease, 2014, p. 1-8

Cart-Harris, R.L., et al, Whole-Brain Multimodal Neuroimaging Model Using Serotonin Receptor Maps Explains Non-linear Functional Effects of LSD, Current Biology, 2018, p.  3065-3074

Bogenschutz, M.P., Johnson, M.W., Classic hallucinogens in the treatment of addictions, Progress in Neuro-Psychopharmacology and Biological Psychiatry2016, p. 250-258

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