Psicodélicos: La introspección como factor terapéutico
Juan Camilo Carvajal Voluntario Échele Cabeza Licenciado en Biología, Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Es creciente la población humana que aún hoy se asombra al notar las múltiples aplicaciones y usos terapéuticos de varios tipos de drogas psicodélicas, entre ellas el DMT (Ayahuasca), la psilocibina (Hongos) o el LSD. Y es que la sociedad está programada para resolver los problemas psíquicos o físicos por medio de medicamentos con acciones específicas sobre determinadas partes del cuerpo, siendo así, analgésicos para el dolor o antidepresivos para la depresión.
Si bien una parte considerable de estos medicamentos han salvado y prolongado vidas, la administración de algunos fármacos para tratar problemas específicos de salud está siendo fuertemente criticada. En el caso de los trastornos mentales desde el más simple hasta el más complejo, siempre serán tratados con psicofármacos.
El concepto simplista y moderno de las enfermedades mentales ha contribuido a que la industria farmacéutica aproveche y desarrolle una gran detonación de los problemas de salud mental en la sociedad, siendo situaciones ordinarias de la humanidad como la timidez, la tristeza o la hiperactividad en la infancia, susceptibles a tratamiento. Este problema de salud pública con el tiempo va adquiriendo más fuerza, pues hoy en día aún se desconocen las causas de la mayoría de trastornos mentales o psicológicos, por lo que se continúan suministrando tratamientos sintomáticos con psicofármacos que irónicamente tampoco se conoce como actúan.
Situación que termina condenando al enfermo a consumir pastillas de por vida, con efectos secundarios y con posibles agravamientos del trastorno como pensamientos suicidas o una depresión severa. Al introducir los enteógenos o psicodélicos en este problema se complica la comprensión, pues la palabra droga está prohibida y socialmente se asocia a connotaciones negativas. La humanidad considera medicamentos a los fármacos como antidepresivos y ansiolíticos y drogas a las plantas como el peyote, la marihuana o la ayahuasca.
No es un misterio que esta percepción está influenciada por el Organismo de control Food and Drugs Administration (FDA) el cual clasifica una sustancia como controlada desde dos puntos: cuando no tiene aplicación médica y cuando produce daños a la salud. La FDA se mantiene en que sustancias como la mescalina, el DMT, la marihuana, el LSD y el MDMA no representan ningún beneficio para la salud y en cambio sí demuestran ser perjudiciales para la misma. Irónico panorama cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que los fármacos psiquiátricos provocan más de 800 mil muertes al año en el mundo.
El uso de sustancias psicodélicas como medicamentos es observado con escepticismo por la comunidad científica, ya que al igual que muchos medicamentos psiquiátricos aún no se pueden explicar sus mecanismos de acción. No obstante, hoy se presenta un aumento en la cantidad de estudios e investigaciones con psicodélicos en universidades, centros médicos o fundaciones en todo el mundo, esto con el fin de entenderlas y hallarles algún uso clínico o psiquiátrico.
Actualmente varios estudios han demostrado que los enteógenos tienen un gran potencial para curar enfermedades psiquiátricas que atañen el aspecto físico. Los estudios en tratamientos para drogodependencias con ayahuasca e iboga por ejemplo, arrojan resultados muy alentadores y positivos. De igual manera los estudios realizados para curar cuadros de ansiedad y depresión con LSD o psilocibina abren un campo importante en la compresión y tratamiento de estos trastornos que involucran a más de 350 millones de personas en el mundo.
La salud es bienestar, no ausencia de enfermedad
Según la definición presentada por la OMS, La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y también social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia alguna. Es evidente que cuerpo y mente van unidos, que el cerebro controla las funciones corporales y que no solo se debe cuidar el cuerpo, sino que también la mente para que haya un bienestar completo en todos los aspectos. Muchas veces en la literatura científica se busca que el tratamiento para cualquier enfermedad se trate desde un punto de vista integral.
Es decir, que el componente psicosomático influye cada vez más en las causas de cualquier enfermedad. La predisposición psicológica (estrés, depresión, pensamientos negativos) puede provocar baja de eficiencia en diferentes sistemas y en el peor de los casos provocar un cáncer. No es descabellado creer que cualquier trauma, conflicto, recuerdo reprimido, experiencia dura no superada o cualquier circunstancia psíquica que genere conflicto, terminara expresándose o somatizándose, tarde o temprano, en forma de enfermedad psicosomática.
Una vez entendido que la psique o la mente influye en el cuerpo y que sus problemas son los causantes de una gran variedad de enfermedades, es importante analizar cómo pueden ayudar los enteógenos o psicodélicos pues a pesar de que no está claro ningún mecanismo de acción se sabe que estas sustancias proporcionan un estado de introspección profundo, un autoanálisis a través de la imaginación y los sueños desembocando así una integración de significados inconscientes, los cuales llevan al sujeto a obtener un estado de bienestar emocional, de felicidad y de celebración a la vida. Este sentimiento y esta experiencia actúan como factor terapéutico ya que le brindan al sujeto un positivismo y bienestar psíquico prolongado, el cual como es bien sabido aporta grandes beneficios a la salud. Con estos tratamientos se hace énfasis en que la medicina psicodélica debe fundirse con la psicología, pues los enteógenos solo actúan como coadyuvante de una psicoterapia integral, sobre todo con el LSD, psilocibina o MDMA. Pues, aunque estas sustancias aportan grandes beneficios psíquicos, son al final el uso terapéutico, los mismos profesionales y el propio paciente los que van a acentuar y promover la curación.
La evidencia tiene la capacidad de disipar cualquier duda y en la actualidad hay evidencia de que la medicina psicodélica cura. No obstante, los intereses políticos y económicos de las farmacéuticas, respaldadas por la dificultad de explicar los efectos, están frenando y estancando la investigación con estas sustancias prometedoras, convirtiendo a su vez la sociedad en una sociedad profundamente enferma que toma veneno en dosis diarias por el resto de sus vidas. La depresión y la ansiedad, así como otros trastornos mentales tienen cura.